Marina Chapman tenía tan solo 4 cuatro años cuando jugaba en el patio de su casa y fue raptada por unos secuestradores. No obstante, parecieron no encontrar nada particular en ella y decidieron dejarla abandonada en una selva en la frontera colombo-venezolana a su suerte.
Atemorizada, la niña quien ya hoy es una anciana, cuenta que corrió selva adentro buscando cobijo hasta llegar a un grupo de monos capuchinos. Estos animales la adoptaron como una más de la manada durante los cinco largos años que vivió allí.
Marina recuerda que aquello ocurrió alrededor de los años 50, probablemente en 1954, y desde su segundo día rodeada por los primates, estos le ofrecieron frutas para su sustento.
Allí, en contacto solo con los monos, olvidó su nombre de nacimiento, olvidó a su familia y hasta se olvidó de hablar, pues relata que con el tiempo solo se comunicada a través de sonidos con los animales.
Sin embargo, su historia cambió cuando repentinamente un día, después de cinco años, aparecieron unos cazadores quienes se la llevaron consigo y la vendieron a un burdel en Cúcuta, Colombia, donde fue obligada a trabajar mientras era golpeada y maltratada mientras la preparaban para «los clientes».
Pasó un tiempo, Marina se escapó y comenzó a vivir en las calles de Cúcuta por alrededor de dos años, luego una familia la encontró y adoptó dándole un nuevo nombre, educación, salud, comida y un techo.
Incluso le ofrecieron llevársela a Inglaterra, donde vive actualmente, ya formó a su propia familia y escribió un libro contando las vivencias de su infancia.
La historia de Chapman ha sido cuestionada y analizada por expertos, psicólogos, psiquiatras y hasta médicos; sin embargo, después de muchas investigaciones varios expertos en comportamiento de los capuchinos específicamente, han concluido que la mujer dice la verdad.
Karla Medina
Buzón de Noticias