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Uno de los desastres naturales más impactantes de la era moderna fue el tsunami que sufrió Japón en 2011 que se complicó con la central nuclear de Fukushima y provocó la muerte de más de 15.000 personas, 2.500 desaparecidos y más de 6.000 heridos.

Un suceso que hizo a Japón tomar previsiones y construir una enorme muralla de protección para que en un futuro una tragedia de esta magnitud no vuelva a ocurrir.

Las autoridades japonesas consideraron que aunque un tsunami no se puede parar si se produce, lo mejor sería inventar algo que, por lo menos, frenara el impacto del fenómeno en las costas japonesas.

Así que desde el 2011, el gobierno empezó a levantar muros de hormigón por toda la costa como murallas creadas con distintas formas para producir distintos efectos sobre el agua y su altura varían según la geografía de la zona.

El objetivo de estos 400 kilómetros de costa es contener los efectos que podrían producir tsunamis un 15% más fuertes que el de 2011.

Buzón de Noticias