En los últimos años, el indice de personas que sufren de la crisis alimentaria no ha bajado de los 100 millones, una muestra de lo complicado que tiene la ayuda internacional para funcionar. Estas son algunas de las razones:
Crisis económica
Es uno de los principales factores que explican la resistencia de la hambre extrema en el mundo. Este factor ocurre en los siguientes paises: Yemen, República Democrática del Congo (RDC), Afganistán, Etiopía, Siria, Sudán, Sudán del Sur y Nigeria. En 2018, de los 113 millones de individuos que padecían grave inseguridad alimentaria en 53 países, dos tercios se encontraban en esos países.
Recursos naturales
En el Sahel, 10,8 millones de personas están siendo víctimas este año de crisis humanitarias frente a los 7,9 millones de 2014 como consecuencia de la degradación ambiental y la inseguridad.
Falta de actualización de datos
Un informe, elaborado por una red de socios humanitarios y de desarrollo, revela que en septiembre pasado solo dos de las ocho peores crisis humanitarias contaban con nuevos datos comparables. A juicio de Anne-Claire Mouillez, coordinadora de la Red de información sobre la seguridad alimentaria (FSIN), “estamos muy lejos de tener datos actualizados para poder ser proactivos”.
Desastres naturales
La destrucción de infraestructuras por los desastres naturales pone a prueba la capacidad logística de las organizaciones humanitarias, mientras que otras veces estas tienen dificultades en acceder a las poblaciones afectadas por la violencia y la actividad de grupos armados en el terreno.
Fondos insuficientes
Yibuti, Etiopía, Kenia, Somalia, Sudán, Sudán del Sur y Uganda forman la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo en el Este de África (IGAD), región en la que la asistencia humanitaria sumó hasta 5.000 millones de dólares anuales (unos 4.500 millones de euros) entre 2016 y 2018, según un nuevo informe.
El estudio señala que, aun así, se necesitan inversiones adicionales en acciones de resiliencia para los hogares, tales como empoderar a las mujeres, alimentar y educar a los niños, reforzar las redes de protección social y mejorar las infraestructuras rurales.