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Un enternecedor caso rompió los corazones de los habitantes de Quebec, Canadá, cuando un humilde trabajador de una tienda de abarrotes compró un billete de lotería donde trabaja, y como una buena fortuna ganó.

El nombre del suertudo es Gregory Mathieu, un chico de tan solo 22 años. El día después del sorteo fue corriendo hasta su lugar de trabajo, como si sospechara de su buena suerte, al llegar se desplomó en llanto al ver los resultados y darse cuenta que él era el ganador.

Se estremeció tanto que su padre debió ir a buscarlo. En declaraciones a los medios expresó que el dinero de su fortuna,  de 70 millones de dólares canadienses, lo repartiría con su madre y hermanos.

«Nos mantendremos unidos. Sé que el dinero no compra la felicidad. Pero si trae felicidad a la familia», dijo entre lágrimas.

Luis Dagand
Buzón de Noticias