Una de las principales luchas feministas que conoció el mundo fue el derecho a votar. En ese entonces las mujeres exigían el derecho de votar a sus representantes y además de poder presentarse como candidatas para ser elegidas.
Esto se conoció como el «movimiento sufragista» y nació formalmente en 1848 con el Manifiesto de Seneca Falls, la primera convención por los derechos de la mujer organizada en Estados Unidos.
Este movimiento se organizó y se expandió por el mundo en los años siguientes hasta que alrededor del globo muchas mujeres pudieron votar y cien años después del manifiesto de Seneca Falls, el sufragio femenino fue reconocido como un derecho fundamental en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948.
Sufragistas y ‘suffragettes’
Durante estos años de lucha se crearon dos grupos que aunque el objetivo era el mismo: conseguir el voto femenino, los métodos empleados para conseguirlo eran diferentes.
Las sufragistas apostaban por métodos legales, charlas y conferencias para convencer a la población, mientras que las sufragettes preferían utilizar acciones más radicales como manifestaciones, protestas, escraches e incluso huelgas de hambre.
Primeros países en aprobar
Nueva Zelanda fue la primera en aprobar el voto femenino en 1893, más tarde, Europa, Finlandia, Noruega y Suecia reconocieron este derecho a principios del siglo XX y una década después le siguió Inglaterra y Estados Unidos.
Por su parte, Uruguay fue el primer país latinoamericano en aprobar el sufragio femenino en 1927.
Buzón de Noticias